miércoles, 21 de mayo de 2014

Y VAN 5 ........

¡ CINCO ! con mayúsculas, porque no sé otra manera de que se entienda. Es decir, es la quinta vez que me convocan a una mesa electoral. En mi entorno próximo no conozco a nadie a quien hayan convocado siquiera una y a mí me ha tocado 5 veces.
 
El próximo domingo me lo pasaré cumpliendo con mi deber ciudadano por unos € (que siendo sincera siempre vienen bien) serán como poco 12 horas casi todas ellas en silencio, en una silla más o menos cómoda y esperando a mis conciudadanos, los que quieran acercarse a votar.
 
No se puede hablar de política, no se puede confraternizar en exceso con los compañeros de mesa sacrificados como yo a dejar de pasar 1 día en familia por cumplir con un deber impuesto, que no escogido.
 
Porque yo ya no sé si soy apolítica lo mismo que se puede ser atea, que en tal descrédito está cayendo lo del deber debido (valga la redundancia) del político al servicio del pueblo que en verdad se vuelve una descreída total.
 
Igual me ha venido pasando con los años en cuanto a religión se refiere, ese TABÚ con letras mayúsculas que nos inculcaron a la mayoría en la niñez y que se ha ído diluyendo en el tiempo.
 
Recuerdo sin cariño ninguno la voz imponente del mossén impartiendo las clases de catecismo en la Iglesia, con la reverberación de la misma en los muros antiquísimos; recuerdo el frío en la capilla o quizás era el frío del miedo que se asentaba en mis huesos, sabiendo que en cualquier momento me tocaría por lista entrar en el confesionario y desgranar allí mis pecados ocultos tras mis 9 años infantiles (no como los 9 años de hoy).
 
Por aquél entonces era la Iglesia toda una Institución, imponente y poderosa, que con el tiempo ha resultado tener (en ciertos ámbitos y como tantas otras cosas) los pies de barro.
 
Y ha llovido mucho en estos últimos años, tanto que deberían haberse desmoronado los cimientos y sin embargo han sido apenas descarnados, será que no eran pies de barro simplemente, quizás ya eran de porcelana, cocida y recocida y que no se deshace con facilidad.
 
Y una pierde la Fe no en un ser superior, llámese Dios o Ente o ....., pero sí en sus representantes terrestres y las múltiples interpretaciones que estos hacen de las leyes divinas adaptándolas a sus caprichos terrenales.
 
Quede claro que ni toda la Clase Política ni toda la Jerarquía Eclesiástica son malos o aprovechados o directamente inmundicia rastrera, pero ya se sabe que de los buenos apenas se oye nada.
 
Normalmente son esas buenas personas las que prefieren las sombras antes que los deslumbrantes focos públicos.
 
No puedo agradecerle nada a unos u otros porque no siento que hayan hecho nada noble por mí o por los míos, ni incluso que hayan hecho algo por mejorar una calidad de vida que no sea de la ellos mismos.
 
Y pongo un ejemplo.
 
Durante 21 años fui partícipe de la dirección de una empresa (no yo sola por supuesto), creamos puestos de trabajo, movimos con nuestro trabajo la economía local y nacional (y aquí que cada uno lo interprete o lo entienda como quiera), cumplimos estrictamente con nuestras obligaciones legales y fiscales, etc... como a tantos, estra crisis gaopante que padecemos, nos hizo caer y cerrar la puerta no sin antes liquidar a los trabajadores, Seguridad Social, Hacienda y Proveedores, es decir sin dejar deuda ninguna.
 
Cerramos la empresa por las deudas de nuestros clientes pero con la conciencia tranquila.
 
El resúmen es rápido, los posibles beneficios de 21 años de trabajo están pendientes de cobro porque los clientes sí hicieron suspensión de pagos o supieron esconder entre mil entresijos el sudor de nuestro trabajo para disfrute de ellos y en detrimento de nuestra supervivencia.
 
Bien, es el riesgo de quien se siente emprendedor y aspira a vivir de su trabajo de manera autónoma.
 
Después de toda la parrafada es la moraleja lo que os quiero explicar. Tras esos 21 años, no me ha quedado nada, no tengo derecho a paro, no tengo derecho a complementos, no tengo derecho a becas... así podría seguir un rato más, todo por haber cotizado como autónoma y no en el régimen general y no como opción, sino como obligación.
 
Es decir que para el ciudadano de a pie todo se le vuelve cuesta arriba.
 
Aunque por otra parte no sé de qué me extraño.
 
Me tengo por persona muy leída (que no culta) y a través de los años y las múltiples lecturas llega una a una conclusión fácil :
 
El mal del tipo que sea siempre se superpone sobre el bien (léase Caín y Abel, por empezar por alguien)
 
Los impuestos sobre los agricultores y sus cosechas o el derecho de pernada en la Edad Media
 
La bula que pagaba la Clase Pudiente para poder comer carne en días de Cuaresma
 
etc...etc...etc... mientras tanto los Administradores monetarios, políticos o espirituales han vivido siempre orondos y rodeados de prebendas y oropeles.
 
En fín ..... otro día más reflexiones.
 
 
P.D.  Repasando lo escrito me doy cuenta de que me he desviado y salido por la tangente. Ya hace unos días que lo escribí y alguna cosa debió influirme que ahora no recuerdo así pues no cambio ni una coma. Sed benévolos en la lectura y críticos con los comentarios. Gracias.

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