viernes, 25 de abril de 2014

Crónicas de Semana Santa

Este año ha sido diferente.
 
Por segunda vez desde que me casé, he dejado a mi marido en casa y me he ído sola (es un decir), me refiero a que me he ído sin él.
 
El sentimiento es por un lado de pesar y por otro de liberación. Veamos y analicemos, porque esto se presta a interpretación y confusiones varias.
 
El sentimiento de pesar es obvio porque él se quedó en casa, trabajando la mayoría de días.
 
El sentimiento de liberación lo es menos (obvio) y por eso me apetece desarrollarlo. Cuando por nuestra educación, nuestra manera de ser o nuestras costumbres, al casarnos y con el paso de los años, vamos adquiriendo trabajos y responsabilidades que en muchas ocasiones podrían ser compartidas pero que por esa misma educación etc.... no lo son.
 
Entonces, cuando hemos ído a algún sitio ya sea de fin de semana, vacaciones, puentes o lo que sea, normalmente somos nosotras las que nos encargamos de preparar ropas, accesorios, neceseres ..... y lo que haga falta para ese desplazamiento.
 
Cuando estamos en el lugar escogido, deshaces maletas, recolocas y ordenas, recoges, etc.... y en muchas ocasiones a diario preparas las ropas de cada uno de los miembos de la unidad familiar además de estar siempre pendientes de que no falte nada para la actividad que se vaya a realizar.
 
Aquí es donde empieza ese sentimiento de liberación menos obvio, sales de casa para estar unos días fuera y sólo tienes que ocuparte de tí misma, con lo cual y si te organizas un poco estás lista para lo que sea en unos minutos.
 
Escoger las pocas cosas que iba a necesitar me llevó poco más de 1/2 hora y recoger para volver más o menos lo mismo.
 
¿Porqué entonces cuando nos vamos todos, necesito 3 o 4 horas?
 
¡ En fin ! Divago, me doy cuenta.
 
Sea como fuere, la realidad es que como este año en Semana Santa sólo hemos sido 6 en Pedrajas, todo ha ído sobre ruedas, fluído...
 
- A tal hora salimos de casa y nos vamos a ver las procesiones..... y a esa hora salímos
 
 

 
o la víspera del Lunes de Pascua, cuando tenemos que preparar todas las cosas para Sacedón (almuerzo, comida y merienda) a las 21:30 ya lo teníamos todo hecho y así podría seguir explicando como ha ído todo rodado este año.
 
Y es mejor así, claro.
 
Sin embargo ha habido ausencias más que notables, faltó mi marido que como he dicho se tuvo que quedar trabajando, faltaron mis sobrinos Elisabet, Carles y Paula, también mi hermano y mi cuñada y mi sobrinita Aina (aunque ellos sólo han podido ir una vez, pero faltaron) y también mi hija y mi yerno (que espero que algún día puedan venir). Esto representa un pequeño caos a la hora de organizarse para salir a cualquier sitio, de ahí lo de que este año ha ído todo sobre ruedas, cuantos menos somos más rápido, cuantos más somos más lento pero más familiar y divertido por supuesto.
 
Y en otro orden de cosas se han notado también otras ausencias, algunas irreparables y otras......
 
Teníamos por costumbre ir a Valladolid el día de Viernes Santo, de paso que vemos algunos de los pasos de las procesiones, todas sería imposible a tenor de que ese viernes salieron 32 cofradías, y después a cenar en alguno de los bares de tapas que hay en el Centro.
 
Y digo teníamos porque siempre era mi tío Ramiro quien se encargaba de reservar la mesa en algún sitio y no nos teníamos que preocupar de nada. Desgraciadamente mi tío falleció el pasado año y dejó un tremendo vacío en toda la familia, un vacío que de vez en cuando se hace más agudo cuando recuerdas algo que hacíamos en común.
 
Así pues, aún a las 11 de la noche seguíamos dando vueltas por el centro sin tener nada claro a dónde iríamos a parar, sin encontrar sitio y sin cenar y te sientes desorientado, ¡vaya que sí!
 
Luego, el Sábado de Resurrección, íbamos a  La Cistérniga (pueblo natal de mi madre) a las bodegas y hacíamos una merienda-cena a la que también asistían mis primos. Buen lechazo de la tierra, buen vino, buen pan, y en medio multitud de conversaciones poniéndonos un poco al día del año transcurrido, algunas risas y cánticos típicos de las tierras castellanas entonados sobre todo por mi padre y acompañados por los demás.
 
 

 
También esto después de tantos años, lo hemos variado. Ya no hemos ído a las bodegas este año, todo recuerda a Ramiro..... nos hemos reunido los que estábamos, bastantes menos, pero en casa y si Ramiro nos pudiera ver, creo que habría sonreído al vernos reunidos alrededor de una mesa, hablando y riendo y cantando esas canciones, en el fondo un poco como homenaje a él.
 
Esta es una de las ausencias irreparables.
 
Otra ausencia, y de mucho peso, es la de mi tío Marcelo, que por problemas de salud ha tenido que pasar estos días hospitalizado y aunque le hemos visto no es lo mismo que tenerlo con nosotros preocupándose de todo, que no faltara leña para el fuego, ni vino para el almuerzo, ni chorizo o pan o ....
 
Marcelo, sin tí Sacedón ha sido, pero ten claro que no ha sido lo mismo.
 
¿Cómo es posible que tan poca carne deje tanta huella? Porque mi tío Marcelo es alto como mi padre, pero tiene menos carne que un sarmiento, de verdad, y siempre ha sido así. Marcelo es enjuto y seco aunque no de espíritu.
 
Así que otra falta en las costumbres, tampoco mi tía Carmen vino y aquí también se notó. Ella siempre tan preocupada porque todos coman mucho y bien, nos han faltado este año las tortillas de la tía Carmen, tantas que al día siguiente (el de vuelta a Barcelona) siempre nos había guardado al menos una "para el viaje".
 
 
Hasta el domingo que normalmente nos íbamos de ruta a ver algún sitio distinto, este año se limitó a un paseo en coche por el pinar y a casa a comer, eso sí, un rico lechazo asado que habíamos encargado en un horno de pan cercano, porque allí los hornos son multifunción, entre semana hornean pan y pastas y los fines de semana hornean lechazos y cochinillos a tutti plen.
 

 
Aquí el lechazo asado, toda una delicatessen como sólo allí saben hacerlo.
 
 
Gerard disfrutando la autonomía de sus 12 años por primera vez y dejándose las propinas en los Quads.
 
Eramos pocos y parió la abuela..... pues no, este año por no haber, no ha habido ni un sólo roce, ni una palabra más alta, lo dicho, todo fluido.
 
 
Fin de fiesta con hogueras nocturnas en el pinar, pero todo controlado ¿eh?
 
Y en última instancia, a recoger y planificar como un tetris, todo lo que habíamos comprado para que cupiera o cupiese en el maletero del coche.
 
A saber, los lechazos, el vino, el pan, las pastas, las morcillas y las maletas claro.
 
Y después de un viaje la mar de ameno, la llegada a casa apoteósica, se pone a llover a 10 Km. de casa, después de un día espléndido de sol. La ley de Murphy, llovió los escasos 10 minutos que tardamos en subir el equipaje, luego se despejó y hasta ahora... manda huevos, ¿no?
 
¿Qué tendrá tu casa? Cuando llegas y respiras dentro te invade un bienestar increíble, una paz.... supongo que se debe a que cualquier desplazamiento genera algo de inquietud y la vuelta nos libera de esa intranquilidad, sí, eso debe ser.
 
Y luego, el reencuentro, todo se intensifica, hemos hablado cada día por teléfono al menos dos veces y hemos Watsapeado también y nos hemos enviado fotos cada día y tenemos una edad, pero eso no quita la alegría de volvernos a ver y abrazarnos y darnos un sonoro beso.
 
Ya estamos todos en casa.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario