lunes, 5 de octubre de 2015

DE PERSONAS Y ANIMALES

Yo reflexiono, mucho, muchas veces, soy de pensamiento lento. Hablo conmigo misma aunque no siempre me entienda, y los temas pueden ser de lo más variados; un día de caracoles, otro del tiempo o de una persona, o de un libro o de los pensamientos de unos y otros o de las oportunidades perdidas... no hay límite y tan sólo depende del momento en que me encuentre.

Mi cabeza siempre está activa aunque parezca que me encuentro in albis. 

No paran mis pensamientos de dar vueltas y más vueltas, así quisiera yo que fueran mis piernas, que tuvieran tantas ganas de no parar en lugar de ser dos extensiones siempre cansadas y con ganas de silla.

Aún a veces cuando algo llamó mi atención y discurre mi mente por ello, de repente.... zasssss me salpica aquella palabra, el nombre de ese personajillo televisivo o el del locutor de radio que hizo aquél comentario o el deportista que ganó tal o cual campeonato. Es decir que mi cabeza es capaz de andar conscientemente pensando algo y por la trastienda se cuelan otros pensamientos a la par que por los ojos entran paisajes y miradas, por los oídos ruidos y sonidos, por el olfato... por el tacto... cuan complicada en la mente humana, no creéis??

Sin embargo, a veces, algo me impresiona tanto como para compartirlo, como es el caso de hoy.

Estoy, estamos, hartos todos de violencia, superficialidad, egoismo, imágenes de la calle o de los medios o de los vecinos si nos ponemos a ello que nos hieren a diario y no por más o menos dolorosas el impacto es mayor o menor, más bien creo que todo a muchos nos empieza a resbalar y miramos para otro lado por eso, por hartazgo puro y duro. 

Es tanto lo que se ve y se oye, y a veces tan cercano que acabas por no darle la importancia que merece e incluso en más de una ocasión nos hace parecer frívolos porque hacemos eso mirar para otro lado. 

A fuer de ponernos melodramáticos ¿es posible que aún siendo ya tan insensibles encontremos algo que nos remueva corazón y conciencia?  Pues debo decir que sí.

Así pues paso a relatar que es eso que me ha calado tanto....

Nos situamos en el día, domingo de hace una semana, 27 de Septiembre, temporada de setas, en casa somos apasionados por las setas, tanto más buscarlas que comerlas.

Tanto es así que para llegar a donde vamos tenemos que madrugar un poquito, a las 5 de la mañana todos en pie, nos espera un día estupendo, en familia, mi marido, mi hija y mi yerno, mi hijo y yo, la consabida tortilla de patatas, el termo de café, el bocadillo de media mañana, en fin ya os hacéis una idea, setas no sabemos si vamos a encontrar pero parafernalia la llevamos toda, incluyendo -cómo no- las cestas y navajas al uso.

Bueno, llegados al sitio comenzamos a movernos por las laderas en busca de los preciados tesoros y casi nos da  igual la variedad siempre que sea comestible, que llevamos ya tantos años de exploradores boletaries que nos sabemos cada pino, cada recodo y cada de todo.

Desde hace unos años en lugar de las terneras criadas en semi libertad en los pastos de alta montaña, los que pastan son yeguas en ocasiones con sus potrillos, disfrutando de los días otoñales y de los pastos verdes y húmedos por el rocío nocturno.

Entre una y otra ladera nos cruzamos con una yegua enorme, tan grande y con una barriga descomunal que una no sabe si es que la raza es así o es que está preñada de otro potrillo. Porque lo que es esbeltas no son esas yeguas, son como la foto que os pongo. 


Lo que sí tengo claro es que la yegua con la que nos dimos de cara era la jefa de la manada, de tanto en tanto mientras pastaba nos vigilaba, no nos quitaba ojo, a pesar de que debió darse cuenta de que éramos totalmente inofensivos.

Aún y así iba relinchando y dando avisos al resto de la manada que se hallaban más abajo en un bebedero.

Nos quedamos mirando como se marchaban de la charca según nosotros nos acercábamos a ella y comentábamos la belleza de tales animales, eran no sé unas cuantas, quizá 5 o 6 yeguas adultas y 2 o 3 potrillos. Nos miraron y decidieron que no les importábamos, así pues siguieron su camino ladera arriba.

Apenas pasaron unos minutos cuando de un camino adyacente sentimos el galopar alocado de unos cascos y a poco nos aparece un potrillo similar a los anteriores, corriendo desbocado, totalmente enloquecido y relinchando sin parar, dejando traslucir en su relincho un gemido que erizaba la piel.

bajó el camino como digo desbocado, recorrió el prado dando cabezadas arriba y abajo, subió a la carrera por otro camino hasta perderse de vista que no de oído. Aún tardó algún que otro minuto más en sentirse la respuesta de la madre, no la vimos volver en ningún momento aunque estaba integrada en la manada que acabábamos de ver, lo que sí se oyó claro y fuerte fue esa respuesta al hijo perdido.

Volvió el cachorro en su carrera a pasar por delante de nosotros, yo creo que sin reparar en ello, en busca de su madre, ya con un relincho más suave como de conocimiento y entendimiento de "te he encontrado madre, ya sé dónde estás"

Nos dejó mudos un segundo y al siguiente se desataron las lenguas comentando la desesperación del animalillo al saberse sólo e indefenso en tan basto espacio.

No he podido quitármelo de la cabeza, es una imagen de esas que se quedarán grabadas a fuego en la memoria. 

No sé explicarlo mejor pero esos segundos representaron como pocas veces la desesperanza, el miedo, la soledad.... y eso teniendo en cuenta que son animales que casi nada más nacer se ponen de pie y a correr.

Dimos vueltas, recorrimos caminos, cogimos setas.... pero este día será recordado por siempre con "os acordáis del potrillo que había perdido a su madre..."












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