lunes, 25 de agosto de 2014

VACACIONES

Hace días que me rondaba por la cabeza el título... VACACIONES, hacía 3 años que no tenía vacaciones porque no tenía trabajo.

Hoy puedo decir que tengo trabajo y me he ganado mis vacaciones. 

Hasta el aire de estos días sabía diferente, con sus nublados, sus hoy tampoco ha salido el sol, su mala mar (que ir a la playa y llover un día si y uno no....) pues ni todo eso tenía importancia.

No  he/hemos, la familia claro, pasado calor, tampoco frío. Nos hemos mojado, nos hemos secado, hemos exprimido literalmente los días.

Mi marido necesitaba un Kit Kat y sacudirse el estress del trabajo y HACER LO QUE SE ME ANTOJE INCLUSO ABURRIRME.

Y lo ha hecho, pero también ha disfrutado de estar con Gerard, que durante el año es siempre un desencuentro, cuando podrían hacer algo juntos no coinciden en los horarios, de manera que ahora sin la presión del tiempo han pasado mucho rato juntos y haciendo cosas en común, sobre todo pescar. Se han puesto los dos morenazos (les cuesta poco) y yo encantada porque me dejaban sola "a mi bola".

Y mi bola es muy simple, se van, recojo un poco, poco porque son vacaciones y ¡Hala!, a la terracita del apartamento alquilado para la semana, pies encima de la silla y libro en la mano. 

Otros ratos han sido para coser ese pantalón roto desde hace ufffff, intentos frustrados de hacer soutache sobre todo porque no contaba con materiales adecuados, siesta y sobre todo nadear. 

No me he equivocado he dicho nadear que no nadar porque el tiempo no acompañaba, ya lo dije.

Nadear : No hacer nada, dejar la vista perderse a lo lejos, hacer introspecciones dentro de uno mismo, no hablar, no poner la radio ni la televisión, no móvil, no internet, NADEAR. Es fantástico, deberíais probarlo, porque si lo pensais nos pasamos el día rodeados de mil y un ruidos.

Y el silencio es tannnnn gratificante a veces.

He tenido la suerte de vacacionear en un bungalow en Calafat, pequeño y justamente amueblado, suficiente y sobrado para nuestra magnífica semana de vacaciones, con una terracita, una explanada delante y un acantilado pero aún así se veía un poquito el mar y se oía el batir de las olas en todo momento. Os aseguro que nada hay más relajante y que llene más mi espíritu que ese sonido.

Algunos pensareis que estoy ida porque eso parece vida de anacoreta, pero cuanto más mayor me hago menos ganas tengo de ciudad y aglomeraciones de personal y ruidos mil.

Cada vez me apetece más ese tipo de vida y en alguno de esos momentos de nadear llegué a pensar en lo bonito que sería poder vivir en ese sitio el resto de la vida, pongamos por caso cuando mi marido y yo nos jubilemos.

Y quien quiera vernos será siempre bienvenido.

Veis, soñar en cualquier momento también es propio de las vacaciones en las que tienes tiempo para todo y sin prisas ni agobios.

Mis niños nos han provisto de víveres, el primer día que salieron a pescar trajeron un bonito al que le hicimos justo homenaje en la cena (el mismo día) con un marmitako espectacular. Los pimientos,las patatas, los ajos, la cebolla, todo de nuestra huerta y el pescado más vivo que hayamos tenido ocasión de comer. 

Un manjar.

Los días siguientes se dedicaron a sacar del mar cosas incomibles que tuvieron que devolver al Mediterráneo, a saber, un pez globo enorme que les dio trabajo para sacar y también para devolver al agua sin tocarlo por no saber qué parte o partes del mismo son tóxicas.

Otro día le tocó a una manta-raya enoooooorme con una cola y un aguijón respetable que también les costó lo suyo devolver al mar.

Menos mal que habíamos llevado recursos y el súper en coche sólo estaba a 14 Km. por lo que un poco de pollo nos cubrió las necesidades, jajajaja

En fin, hemos disfrutado de mi hija y yerno durante unos días, nos visitó también mi cuñado y familia y mis suegros con los que pasamos un estupendo día, comida bajo la lluvia torrencial incluida.

Hemos paseado por el puerto de L'Ametlla de Mar y disfrutado del colorido de las cajas de peces, crustáceos y moluscos recién desembarcados y antes de subastarlos en la Lonja.

Y hemos saboreado mucho, muchísimo los mejillones, navajas y almejas del Delta del Ebro que compramos en un establecimiento que los depura en piscinas enormes antes de venderlos. 

Han sido vacaciones de mar, como casi siempre, necesito mi Mediterráneo aunque no lo visite muy a menudo, pero necesito saber que está ahí. 

Lo siento, pero tierra adentro me moriría de melancolía.

MAR, el olor de las algas tan metálico, el sabor salobre en la nariz y la boca al respirar, el sonido de las  olas al romper serena en la playa casi sin que se note como para no molestar y la fuerza imparable de la naturaleza los días en que ha estado encrespada el agua y se estrellaba contra el acantilado dejando estelas blancas de espuma y remolinos y humedad salada en el ambiente y la sensación de que todavía hay poder en ese mar.

En el próximo post os enseñaré las fotos.


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