lunes, 9 de septiembre de 2013

Setas

Otra de mis aficiones, recolectar setas, y es que cuando llega este tiempo yo es que florezco.
 
Me explico, me encanta el sol, los días largos, el letargo, la siesta, el verano.... pero cada año que pasa soporto menos el calor, me apaga, no tengo ganas ni de salir de casa y voy arrastrando mis carnes por donde vaya. Así que ahora que el verano está de capa caída y se le ven las orejitas al otoño, a mi me entra una felicidad que pa qué.
 
Empieza a haber menos mosquitos aunque las moscas se pongan más pesadas.
 
Dentro de pocos días veremos cambiar de color las hojas de los árboles adquiriendo muchos de ellos esas tonalidades amarillentas, rojizas, marronáceas, verdes desvaídos como desmayados.
 
Particularmente en el Pirineo donde se entremezclan tantas diversidades de coníferas y de pinos, las laderas de las montañas se convierten en un espectáculo de color soberbio y que me roba el alma.
 
¡Pero hay que ver cómo me enrollo! A lo que quiero ir a parar es a que también se desarrollan esos micelios que en condiciones aptas echan al exterior las deliciosas setas.
 
En casa llevamos alrededor de 25 años recolectando setas cuando llega la temporada y no nos duele levantarnos a las 5 de la mañana (¡Vaya madrugón en domingo!) es más nos levantamos con alegría y buen humor.
 
¡ Vamos al monte a buscar setas !
 
Mi marido y mi hijo (y mi hija cuando podía venir) patean media montaña, palmo a palmo, yo creo que no dejan nada por mirar, eso sí sin levantar innecesariamente la pinaza o el mantillo, con su cesto de mimbre para dejar las esporar por donde pasen y una buena navaja boletaire (para setas, vamos) y recogiendo únicamente las especies que conocemos. ESTO ES SÚPER IMPORTANTE y a veces te puede ir la vida en ello.
 
Para mí es otro tipo de experiencia, yo voy con ello pero a mi paso. A mi me gusta pasear, mirar, recoger cuando veo algo, pero en ocasiones he encontrado arándanos tardíos, fresitas salvajes e incluso alguna que otra frambuesa.
 
No ha sido el caso esta vez porque además llovía y no estaba el tema para entretenerse demasiado ¡lástima! porque con esas frutas tan pequeñitas y escasas se hace la mejor mermelada del mundo mundial y lo digo por experiencia que hace un par de años conseguí recoger unos 150 gr. y me hice un microbote de mermelada que sólo duró un suspiro ¡ Ainssssss !
 
A pesar de la lluvia, el día fue genial y llenamos una cesta de Ceps y Rovellones y ya en cantidad sólo representativa unas llenguas de vaca, unos Rosinyols, unas setas de los caballeros, unos peus violeta y un solitario fredolic.
 
De momento sólo os pongo las fotos de los rovellones y Ceps.
 
El resto (lo variado) está destinado a una receta de conserva que es una verdadera delicia, pero para eso tendreis que esperar y ya será en otro post.
 
 



De momento os puedo decir que los rovellones están buenísimos sólo con un poco de sal y aceite y salteados en la sartén y cómo dirían los italianos, al dente, es decir poco hechos para potenciar el sabor y el agua que tienen dentro.
 

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