Hoy he entregado la primera tarta que no era para casa, la primera que llevo a un cumpleaños.
Los nervios durante la semana han estado controlados, pero hoy ya no. Hoy de golpe se me venía la hora encima y con miedo de no acabar a tiempo.
¡Dios! me falta la caja, dónde meto la tarta ????
Porque no la puedo llevar como en la tele que la meten en la trasera de una furgoneta y ya.
He terminado a tiempo, he entregado la tarta, y los nervios ahí apuñalándote el estómago sin compasión.
He comenzado a relajarme cuando he oído los comentarios de los invitados. ¡Les estaba gustando!
Y cuando, después de cortar la tarta, la han probado y han dado su aprovación, la mejor, la de comerla y dejar los platos limpios. Entonces y sólo entonces, me he relajado.
Para mi era un reto. Pues bien, he sido capaz de llevarlo a cabo y me siento fuerte.
Todo ello gracias a que una recién conocida amiga, Leticia, ha confiado en mí y me ha permitido hacer la tarta de cumpleaños de su hija.
Gracias Leticia.
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